Mindful Eating para alimentarte con consciencia 

Oct 12, 2022

Comer es una de las actividades más cotidianas para el ser humano. En la contemporaneidad, la cultura de la comida y la alimentación tiene tantas vertientes que al tratar de encontrar la forma más saludable de alimentarnos, o la que más se adecúe a nuestro estilo de vida, podemos sentirnos abrumados. ¿Qué tanto debería comer? ¿Debería suplementarme? ¿Estoy saludable? Es muy fácil caer en comparaciones y confusiones frente a un panorama tan complejo y personal, que además, muchas veces se acompaña de ciertos prejuicios con respecto a cómo deberíamos vernos. 

¿Qué pasaría si des-aprendiéramos todo lo que sabemos sobre las dietas y le dedicáramos más tiempo a simplemente escuchar a nuestro cuerpo? Suena muy fácil, y es que en realidad, es parte de nuestra naturaleza humana. Eat to Love es un libro escrito por Jenna Hollenstein, Terapeuta de Nutrición, maestra de meditación y escritora, que propone que todos tenemos el potencial de desarrollar una relación sana con nuestro cuerpo y la comida si aprendemos a responder a nuestras necesidades naturalmente, y una forma de hacerlo, es a través de la técnica del mindfulness

Comer es una experiencia que además está relacionada con muchos de nuestros sentidos, con el placer, con la socialización y con nuestras emociones. Lo primero que la escritora propone entender para relacionarnos con nuestra alimentación a través de un enfoque holístico, es que no hay nada “malo” con tu cuerpo, no hay nada que debas cambiar, ni tampoco arreglar. 

El Mindful Eating consiste en alimentarse a través de todos nuestros sentidos, y esto no se refiere únicamente a estar completamente conscientes en el momento en el que estamos comiendo, sino a todo lo que ocurre desde antes en nuestro cuerpo. Para ello, Jenna Hollenstein propone comenzar por entender las sensaciones físicas, pensamientos e incluso emociones que identificamos como “hambre”. 

Jenna Hollenstein plantea que existen varios tipos de hambre que podemos llegar a sentir, y conocerlos se convierte en la clave para satisfacer nuestras necesidades de la manera más saludable:

  • Hambre de la vista 

Estás en una comida con gente querida, acabas de disfrutar de una pasta deliciosa, y el mesero se acerca con la charola de postes para ofrecerte algo más. Estás lleno, pero todos esos postres se ven tan antojables que es difícil decirles que no. Aunque tu estómago protesta que está lleno… tus ojos dicen “podría comerlo”. Para volvernos conscientes de cuándo es que sentimos hambre por lo atractiva que se puede ver la comida ante la vista, Jenna Hollenstein sugiere tomarnos unos minutos para observar nuestro plato antes de disfrutarlo, analizar las texturas, colores formas y la decoración del plato, preguntándonos: ¿Qué les gusta a mis ojos de éste platillo? 

  • Hambre del tacto 

En algunos países, comer con las manos es parte de la cultura, y seguramente has estado en ése momento en el que disfrutaste tanto de un platillo que te chupaste los dedos al terminar. Además, el tacto no se limita a las manos, nuestros labios y nuestra lengua son extremadamente sensibles ante las texturas de la comida. Si nos volvemos conscientes de  las sensaciones de la comida a través de nuestro tacto, podremos incrementar el gozo de la experiencia. Los seres humanos basamos muchas de nuestras experiencias cotidianas en el tacto, volvernos conscientes del placer que nos da ponernos un suéter suave o jugar con una pelota de goma puede darnos información sobre lo satisfactorio que nos resulta el sentido del tacto y evitar confundirlo con hambre. 

  • Hambre de escuchar

Cuando escuchas el crunch de una galleta ¿se te antoja? Algunos alimentos tienden a ser más ruidosos que otros, y los sonidos del ambiente o el sonido que hacemos al comer algo influyen en qué tanto disfrutamos de ellos. ¿Has intentado comer una comida completa con audífonos? Es cuestión de gustos, pero puede aportar tanto como puede restarle a la experiencia. Para volvernos conscientes del hambre de escuchar, observa los sonidos que te hacen sentir hambriento, quizás el sonido que se crea al abrir una bolsa de plástico o aluminio, o el click que se escucha cuando abrimos un tupper te hace creer que estás hambriento y aún no te has dado cuenta de la relación. 

  • Hambre del olfato 

¿Te ha pasado que vas caminando en la calle, y de pronto el olor de una panadería te ha hecho sentir hambre? El olfato tiene un impacto muy directo en nuestro subconsciente, piensa en los olores que relacionas con memorias, con personas e incluso con capítulos de tu vida. Nuestros ancestros dependían en gran parte del sentido del olfato para encontrar comida e incluso distinguir si podían o no comer alimentos hallados en la naturaleza que pudieran estar echados a perder. Muchas veces, oler ese pan o el pastel que está cocinándose en el horno es igual de satisfactorio que probarlo. La próxima vez que te encuentres disfrutando de un aroma, trata de concentrarte sólo en eso sin esperar que otro de tus sentidos tenga un papel en la escena. 

***

Comer es uno de los placeres más intrínsecos para nuestra naturaleza humana. Aprender a comer lo que nuestro cuerpo necesita, ni más ni menos, puede darnos la oportunidad de encontrar una forma saludable de relacionarnos con la comida y con nuestro cuerpo. Conocer las sensaciones de nuestro cuerpo, identificar lo que nos hace sentir hambrientos y lo que se relaciona más con satisfacer alguna necesidad relacionada a otro sentido, puede ser el primer paso para distinguir entre lo que nuestro cuerpo en realidad necesita y lo que no. 

Fuente: Eat to Love - Jenna Hollenstein

Relájate con el sonido y ven a reconectar con lo más profundo

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